NO TE ESCUCHAN, HABLA MÁS ALTO
Velada tras la cortina, ocultando tus temores,
transparencias en tu rostro que señalan los enigmas
que pretendes escondernos por activa y por pasiva,
resguardándote miedosa, sumisa, por todas las esquinas.
Súbitamente, un amago de fortaleza y valentía,
asomas tras esas sedas blancas y frías,
abres la boca, sacas las uñas, subes el tono
brotan los nervios como largas patas de araña.
¿Y? No pasa nada, no cuentas, no dices,
¡deja escapar esos miedos que te atrapan!
Regálate el acariciar la libertad del que habla,
del que se hace escuchar con sinceras palabras.
Consiente que la bravura te tome,
con mesura, sin dañar, con reservas,
sin maldad, con coraje, sin sometimiento,
descubre, permite, abre, asoma, deja,
consigue que tus agallas logren respirar.
Que nadie te corte las trenzas que te gusta peinar,
emancipadas e independientes, libres para alcanzar
la largura que deseas buscando verdades y paz,
sin recelos, que no te coman ni te absorban,
sal tras esas cortinas que son ciegas, mudas y sordas.
Que te queremos oír, ver, oler, tocar y sentir,
recibir tus palabras, tu imagen, tu aroma, tu tacto,
cómo eres sin artificios ni trapos,
con desnudez cubierta por leves paños
que dejen entrever tus aristas y líneas,
las curvas que te dibujan con acierto y reflejan
que eres dulce, no haces daño, no mientes.
No calles, tímida hembra, retírate las cadenas,
sácate el bozal de tu hocico, supera esa condena,
retírate las bridas que te aplacan la entereza
chilla, grita, vocea, clama, alborota, rabia, vocifera,
que desgañitarte y berrear no te va a perjudicar.
¿Y aún no se te escucha?
Insiste y que te oigan.
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