sábado, 21 de febrero de 2015

LAS CINCUENTA SOBRAS DE GRACE por Fátima Ricón Silva










LAS CINCUENTA SOBRAS DE GRACE

Me sobra:
1. El sadomasoquismo light de las sombras del otro.
Ni libro ni película.

Me sobra:
2. Los políticos corruptos.
3. La desigualdad laboral femenina.
4. Los robos de guante blanco y negro.
5. El tráfico de drogas.
6. La ablación.
7. La esclavitud.
8. El trafico de órganos.
9. El hambre en el mundo.
10. La degradación del medio ambiente.
11. La incultura.
12. La ignorancia.
13. El abuso a los menores.
14. Los pedófilos.
15. El maltrato de género.
16. La tortura.
17. Los juicios injustos y el mal uso de la ley.
18. El abuso de poder.
19. La limitación de la libertad de expresión.
20. Las cárceles.
21. Los conflictos bélicos.
22. Los asesinatos.
23. La falta de empatía.
24. La infelicidad.
25. La jilipollez.
26. Los pesticidas.
27. Los alimentos transgénicos.
28. Las tarjetas negras y sus usuarios.
29. La falta de educación.
30. Los malos despertares.
31. El genocidio.
32. El fanatismo religioso.
33. La deportación.
34. Las dificultades de la conciliación familiar.
36. Los parásitos.
37. El calentamiento terrestre.
38. El tabaco y sus humos.
39. La reducción de las ayudas al arte, cine y literatura.
40. La superficialidad humana.
41. Los recortes en la sanidad y las listas de espera.
42. Las políticas desacertadas.
43. Los selfies.
44. La dejadez.
45. Las desapariciones forzadas de personas.
46. Los defensores de la homofobia.
47. La usura y la explotación del hombre por él mismo.
48. Las mentiras.
49. El paro laboral.
50. El trato degradante.

Me sobran todas y más, pero seré fiel al título,
las cincuenta SOBRAS de Grace.




© Fátima Ricón Silva.




jueves, 12 de febrero de 2015

EL DISFRAZ DE FEBRERO por Fátima Ricón Silva

                 
                                 



EL DISFRAZ DE FEBRERO



El gélido frío de estas mañanas de puro invierno
no es freno para desnudar el cuerpo y ocultar el sentido,
desfigurar la realidad para no ser reconocido,
disfrazar el carácter si es adulto a niño,
si es humano a galleta,
si es matemático a anacoreta.
Payasos, ídolos, vaqueras, y Fridas,
polis, comics, objetos, lolailos, parodias,
complejos, ilusiones, todo vale, todo cuenta.


Salir a las calles del carnaval,
es vivir una mentira que tiene un final,
el punto de salida, jueves gordo,
próxima parada, viernes flaco,
sábado regular y aguantando el tipo
para llegar al domingo de carnaval,
y al lunes, que continua la mascarada genial,
y llegamos a la meta, martes de carnaval,
cuyo colofón lo pone un funeral:
el entierro de la sardina
y al día siguiente TODOS regreso a la rutina.

¡AUPA EL CARNAVAL!

miércoles, 4 de febrero de 2015

RELOVE por Fátima Ricón Silva







RELOVE




Si el amor sigue mirando con tanta insistencia,
voy a perder la cordura por pura inconveniencia,
que con tan penetrante amorío 
perderé, por seguro, todo el sentido.

Hay miradas que derriten,
las del amor,
las de la vida,
las que se meten tan adentro
que parece que te encienden dormida.

¡Ay, amor! cómo me miras.






© Fátima Ricón Silva.

lunes, 2 de febrero de 2015

LAS COSAS DE RACHEL por Fátima Ricón Silva. RACHEL, RACHEL, RACHEL. (2ªPARTE)









RACHEL, RACHEL, RACHEL. (2ªPARTE)


Poniendo en evidente duda el éxito de la reunión, tengo que decir que tras una batalla campal, he elegido tres cupcakes salados para ofrecer en mi cuqui-pastelería.
Precisamente los que quedaron adheridos al techo y paredes de mi delicado y primoroso negocio:
Cupcake de salmón y aguacate, cupcake de hongos y jamón ibérico y cupcake de queso Idiazabal.
Son los que mejor uso como proyectil recibieron, y con tal honor quedarán de momento como protagonistas estelares de la carta de salados.

Las nueve de la noche era la hora cero. La hora del reencuentro de las trece magníficas.
Fueron llegando en un rápido goteo, en general todas somos muy puntuales y, cinco minutos arriba, cinco minutos abajo, hacia las nueve y veinte todas estábamos besadas y aduladas. Excepto las grandes antagonistas del momento: Mireia, a un lado del ring e Isabella y Sofía, en la esquina contraria.

El evento se inició con tranquilidad, fui explicando los ingredientes de los bocaditos e íbamos realizando la cata con atención y meticulosamente. El cava y el champagne era paladeado, quizá, con más celeridad de la que convenía.
Así entre explicaciones y degustaciones, las botellas del espumoso iban agotándose una tras otra.
La atención a mis explicaciones, se iba disipando. Se desviaba el interés de los cupcakes hacia otras motivaciones.
Isabella empezó a cantar una canción soez y ordinaria, claramente dirigida a Mireia y, Sofia le hacia los coros entusiasmada.
Era evidente que lo traían preparado para hacer reventar a Mireia.
Y fue cuando iniciaron los coros cuando Mireia, con los ojos inyectados en sangre y la mirada perdida gritó:

   -Callaros, estúpidas niñatas. Callaros de una puta vez, si no queréis que os cruce la cara con dos bofetones.

Y Sofía e Isabella, en lugar de amedrentarse, salieron a bailar, al centro de la estancia, repitiendo el estribillo machacón e indiscreto.

Mireia, sin ningún ánimo de contención, agarró un cupcake tras otro y los arrojó, apuntando a las bailarinas, con toda la fuerza que la rabia le administraba.
El resto del grupo, sin ningún prejuicio, se apuntó al lanzamiento de cupcakes, y aquello se convirtió en zona de guerra y fuegos cruzados.
Freda me miraba aterrada.
¿Cómo iba a finalizar aquello?
Yo le devolvía la mirada más espantada, si cabe.
Freda, se acercó a mi parapetada tras una bandeja circular y me dijo:

   -Hay que parar esto, inmediatamente. ¡Haz algo!¡Haz algo!

Mi cerebro puso en marcha sus mecanismos de emergencia. ¿Qué podía hacer para acabar con aquél despropósito?
Y una luz se encendió en mi cabeza e inmediatamente, atrincherada tras una silla, me acerqué al obrador y busqué el cuadro eléctrico. Sin pensarlo mucho presioné el interruptor de la general y todo se quedó en la máxima oscuridad. 
Silencio.
La sorpresa hizo que todo el escándalo se paralizara.

A tientas salí al salón y con mi voz más amigable y conciliadora dije:

   -Chicas, en unos segundos voy a encender la luz. Quiero que todas, con calma y serenidad, recojáis vuestras cosas y vayáis saliendo de la cuqui-pastelería. Sin decir ni una palabra. ¿De acuerdo? Si no lo hacéis así, llamaré a la policía.

Me mantuve silenciosa unos segundos y tras la pausa, me dirigí al obrador y activé la iluminación. Salí inmediata al salón. Todas miraban el desaguisado en el que se había convertido el local. Había cupcakes por todas partes.
Fueron saliendo, ordenadamente, como si de una evacuación se tratase. Alguna intentó disculparse, lo cual no permití, ahogando cualquier intento.
En dos minutos escasos, todas menos Freda, ya se habían ido.
Cerré la puerta con llave.
Me senté en una silla y observé las condiciones en las que se hallaba la cuqui-pastelería.
Freda hacia lo mismo.
Y finalmente rompí mi silencio:
   
   -Mira, esos tres que han quedado pegados en las paredes, van a ser los protagonistas de mi carta salada.

Freda dirigió su mirada a los tres puntos que le señalé.

   -Vamos a investigar cuales son, -dije resignada.

   -Rachel, Rachel, Rachel, porque te quiero demasiado, que si no te dejaba aquí plantada con este desastre.

Me acerqué a ella y riendo la besé en ambas mejillas.

   -¿Me ayudas a limpiar esto? -le pedí animosa. 

   -¡Rachel, Rachel, Rachel......!, exclamó falsamente enojada.

Y comenzamos la dura labor.

Esto me pasa por ser una locuela SENTIMENTAL.