EL ÁNIMO DEL DESÁNIMO
Y llegó el momento:
de cobrarme las heridas,
,
de señalar a los que me hicieron sangrar,
de superar los rencores,
de esquivar ser más dañada,
de colaborar a que sientan que hicieron daño,
de dejar de ser buena sino tonta,
de evitar que el dolor infectado duela tanto,
de llevar impregnada en la sangre la medicación para sortear el daño.
Si no aprovecho este instante,
seguirá el desconsuelo por ser débil
y por no querer saber subir los peldaños de la liberación.
Y llegó el momento de sacudirlos de mi vida
a los del daño y el dolor,
a mis miedos y cobardías,
a mis desconfianzas y recelos,
a la ignorancia,
a los ignorantes que amparándose en su inconsciencia son los más atrevidos.
A todos ellos y muchos más los mando al infinito abismo
y les condeno a abandonar mi vida eternamente.
©Fátima Ricón Silva