REFLEXIÓN LOCA
Oculté la locura bajo una piedra
al amparo de las miradas saqueadoras.
Porque la locura ajena es un bien muy preciado
para las necias lenguas.
Sin embargo mi locura crecía,
y germinó en una hierba loca y viajera
que albergaba una mariposa imprudente
que me buscaba atormentada
para liberarme.
La locura no desaparece nunca,
la locura de amor,
la que hace que te comas la vida
y la que evita que la vida te coma a ti.
Llámame loca.
¡Ja!
©Fátima Ricón Silva
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