DUDAS
Viene por el aire la duda misionera,
se huele en el ambiente,
se respira,
y surgen nuevas dudas
que derivan de las añejas,
encadenándose unas a otras,
convirtiéndose en la gran duda.
¿Cómo vendrá vestida?
¿Con un traje sastre de dulzura o
un vestido de noche de amargura?
Se presenta la duda madre,
acompañada por las dudas hijas,
invitan a la familia y
hasta viene la duda lejana.
¿Será incertidumbre milimétrica que se hincha de desconfianza
y se torna astronómica?
¿Buscará, la vacilación, el tesoro de la confianza
o se convertirá en un titubeo perpetuo y permanente?
Puede ser una duda digna de una ópera que canta como una soprano o
una duda silenciosa que huele a bruma salada y velo de verano.
Se puede presentar como una duda recatada
que hace las delicias de una suspicacia enamorada.
O aparecer como una duda helada
que se derrite cuando queda desvelada.
O una duda que te desgarra,
te rompe,
te desampara,
te abandona,
te asola,
que te deja a la deriva por un mar de dudas,
que se multiplican y procrean,
porque son persistentes y tozudas.
Dudas, dudas,
naufragio de dudas.
Atardecer en Boston. Agosto 2010 |
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