¿QUIÉN LO IMAGINABA?
Deslizándome por una nube de papel,
cubriendo sus cuadrículas por alguien que se fue,
llenándome con los trazos
que me hicieron querer.
Ya nublada la mente
no sé qué hacer
si reconstruir el presente,
o vivir de las rentas del ayer.
Ya no volveré a sonreírte traviesa,
a coronarme la diadema que me hizo tu reina,
no recogeré tus palabras en el aire,
no recordaré cuando dejé de ser princesa.
Tejí una bufanda con los sueños que dejaste,
para arroparme.
Sumé y multipliqué tus besos y caricias
hasta hartarme.
No atesoré nada.
¿Quién lo imaginaba?
Que una tarde clara y larga
huirías crispado, dejando una estela cruzada.
¿Quién lo imaginaba?
Que harías un laberinto espeso y siniestro
para ocultar tu huella, tu señal y tu rastro.
Para plantarte como un espectro en otra nube mas alta.
¿Quién lo imaginaba?
Muy bueno.
ResponderEliminarGeneralmente nadie imagina el fin del amor. Solamente vamos dejándonos llevar, es que cómo imaginar un final de laberintos borrascosos cuando el amor brilla?
Sucede que siempre, antes de que el brillo se apague, hay una zona medio oscura en la que si estamos atentos nos damos cuenta que algo raro está pasando. Es en ese momento donde necestamos de toda nuestra luz y nuestra capacidad reflexiva para salvar lo que se quiere o para dejarlo ir.
Besos.
Me has impresionado por la belleza de tu poema a pesar de TU dolor y SU traición.
ResponderEliminarY cuando se presenta el sin amor en nuestros corazones la única forma de superarlo es escribir como tú lo haces.
Abrazos desde Copenhague donde la Sirenita ha llorado cién años por la traición de su Principe,
Ian.