APAGANDO UNA VELA
Es el macho estirado
que no es niño ni adulto,
no es ejemplo para nadie,
sólo él se profesa a sí culto.
Los desencuentros proliferan
las conexiones se espacian,
te cuestionas su presencia,
dudas de sus esquivas miradas.
Es como un vaso de sidra
que con mimo se escancia
y de un trago corto y seco
lo devoras sin tardanza.
Ya no demores el tiempo,
picoteando las migajas
de los días de bonanzas,
cuando mariposas coquetas
anidaban en tu espalda.
Prosigues la rutina
sin esperar sorpresas,
es una página escrita
en la que has caído presa.
No hay calma en tu interior
te comen los nervios,
murmurando en tu vientre
debatiendo con tu ego.
Lucha gran dama oxidada
plantea un solución,
más vale una retirada a tiempo,
que morir por desesperación.
© Fátima Ricón Silva
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