LA MALA SUERTE
Fue un pecado conocerte,
porque escribías en tus ojos mensajes confusos
que yo interpretaba con amor.
Fue un pecado conocerte,
porque sonreías sonrisas enmascaradas
que cesabas con un beso falso.
Fue un pecado conocerte,
porque no debí leer tus ojos ni sonreír tus besos,
que me llevaron al peor de los infiernos.
Un espejo, el espejo de un alma gemela,
me reflejó la verdad.
El castigo desapareció y regresé al cielo de mi libertad.
©Fátima Ricón Silva
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