sábado, 22 de octubre de 2016

CERO por Fátima Ricón Silva




CERO


¡Qué poco me quisiste, cerdo!

¡Cómo me engañaste, patán!

Me tendiste la trampa de tus besos 
para apresarme entre tus sentidos,
para encarcelar mi idiosincrasia,
encerrándome en el ardor de unas caricias,
en la delicadeza de unos besos,
en la dulzura de unos halagos.

Pero las caricias, los besos y los halagos
no eran sinceros,
eran armas para matar
y doblegarme a tu antojo.

Eran subterfugios para derramar mi vida en la tuya,
y absorberla a través de tus ojos de enajenado,
blindando tu frágil personalidad y 
deshaciendo la mía, 
fuerte y poderosa antaño,
exánime y temerosa hoy.

Y quedé en cero, 
cero en sueños, en serenidad, en alegría,
en paz, en dulzura, en ganas de hacer cosas por mí misma,
en amor, en libertad, en lucha.

Pero siempre hay un día,
ese día se prendió un ascua,
alimentada por las ojeras que coronaban mi mirada extinguida,
y saqué mis armas,
y escapé de tus garras,
y me exilié de tu vida para recuperar la mía.


©Fátima Ricón Silva

No hay comentarios :

Publicar un comentario