SAN VALENTÓN
Desperté de aquel sueño exhausta y empapada en un sudor acre y pesado. Un dolor intenso en las sienes presionaba mi cerebro como si me lo atornillasen con una llave Allen.
¿Quién podría soportar aquella pesadilla pastelosa y sanvalentinesca?
Aquella cita perfecta en aquel lugar maravilloso, con aquel increíble hombre, aquel día luminoso y florido, y sonando de fondo aquella bellísima canción, cenando en mi restaurante favorito, brindando con champagne par l´amour..., este ramillete de circunstancias experimentadas en algún momento de mi vida pero sucedidas en distintos tiempos y espacios. Con pausa y calma.
Aquella cita perfecta en aquel lugar maravilloso, con aquel increíble hombre, aquel día luminoso y florido, y sonando de fondo aquella bellísima canción, cenando en mi restaurante favorito, brindando con champagne par l´amour..., este ramillete de circunstancias experimentadas en algún momento de mi vida pero sucedidas en distintos tiempos y espacios. Con pausa y calma.
Y de repente confluyen, todas, en una noche prolíficamente onírica, en un sueño dulce e impecable.
Friccioné con suavidad el dedo anular, buscando el diamante del amor. Mi dedo estaba desnudo.
Friccioné con suavidad el dedo anular, buscando el diamante del amor. Mi dedo estaba desnudo.
¡Qué estrés amoroso más inaguantable!
¡Menudo calentón sentimental y tradicional!
¡Vaya empacho de clásicas buenaventuras amorosas!
Ya despierta, sonreí. Y pensé: yo quiero los besos a cualquier hora, los mensajes no escritos en miradas, gestos y actos. La serenidad de los momentos compartidos. La compatibilidad de nuestros gustos y ocios y, el respeto por los exclusivos de cada uno. Una cena inesperada en cualquier sitio. Esa caricia en mi pequeño trasero. El lenguaje íntimo entre nosotros que sólo tú y yo conocemos. Un adiós y ya estoy deseando regresar. El pijama caliente cuando llego del trabajo. Y, sobre todo, la sonrisa de tu rostro en cualquier momento.
¡Menudo calentón sentimental y tradicional!
¡Vaya empacho de clásicas buenaventuras amorosas!
Ya despierta, sonreí. Y pensé: yo quiero los besos a cualquier hora, los mensajes no escritos en miradas, gestos y actos. La serenidad de los momentos compartidos. La compatibilidad de nuestros gustos y ocios y, el respeto por los exclusivos de cada uno. Una cena inesperada en cualquier sitio. Esa caricia en mi pequeño trasero. El lenguaje íntimo entre nosotros que sólo tú y yo conocemos. Un adiós y ya estoy deseando regresar. El pijama caliente cuando llego del trabajo. Y, sobre todo, la sonrisa de tu rostro en cualquier momento.
El amor escondido entre nosotros y para nosotros, los días malos y los buenos. Dosificado y no a borbotones, para que los momentos negativos se atenúen por el efecto dulce de los positivos.
Si no me ahogo.
Compartir, repartir, departir y vivir a dos con la autonomía de cada uno.
Gracias AMORE.
Si no me ahogo.
Compartir, repartir, departir y vivir a dos con la autonomía de cada uno.
Gracias AMORE.
©Fátima Ricón Silva
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