martes, 31 de marzo de 2015

NO ME ESTAS ESTORBANDO por Fátima Ricón Silva




NO ME ESTAS ESTORBANDO



En el momento de la vida en que conocemos nuestro interior plenamente,
somos capaces de perdonar aunque no lo merezcan,
ya que atesoraremos la seguridad suficiente 
 para no permitir que nada ni nadie nos haga sentir mal.
Inteligencia emocional o supervivencia existencial.

©Fátima Ricón Silva

viernes, 27 de marzo de 2015

PRIMAVERA por Fátima Ricón Silva




PRIMAVERA


Amanecer del desaliento que no es poco.
¡Alerta!
Los ojos de abrirán y podrán ver más allá de la misma piel.
Hallando lo que sólo algunos ven.
Frunciendo el cuerpo para despojarse de los yugos innecesarios.
Y de nuevo ser.


©Fátima Ricón Silva

jueves, 12 de marzo de 2015

LAS COSAS DE RACHEL. FITNESS EMOCIONAL Y OTRAS DISCIPLINAS por Fátima Ricón Silva

                                 


                   FITNESS EMOCIONAL Y OTRAS DISCIPLINAS

Agunos días, últimamente demasiados, me siento un poco "plof". 
Freda, que se ha convertido en mi gurú espiritual y física, me ha animado para que acuda a unas clases de fitness emocional. Sí, clases de ejercicios mentales para jilipollas. 
Yo soy la mejor candidata porque desde la niñez padezco "jilipollitis aguda" que se ha ido acentuando a través de los años.
Ya que por mí misma soy incapaz de motivarme, me he animado a asistir, a pesar de mi incredulidad inicial y mi reticencia a la hora de pagar los noventa euros por hora de gimnasia emocional.
Pero haciendo gala, otra vez más, de mi poso cretino, me he tirado en plancha, y aquí estoy, en una minúscula sala, rodeada de cuatro mujeres y un tipo raro que dicen que es una eminencia en mil y una especialidades para ayudar al ser humano.
Obviamente de modo interesado y lucrativo.
Uno no va a regalar esos conocimientos tan valiosos atesorados, tras larga experiencia, dedicación y estudio. ¡Ah, no! 
Estamos sentados en el suelo, sobre una alfombra mullida, en 
círculo, con las piernas flexionadas a lo indio y una cara de "noséloquehagoaquí". 

El tipo raro nos relata unas historias que experimentó en la India, muy espirituales, muy blancas, llenas de bondad, de palabras justas, de sentimientos limpios, de chorradas varias. Historias que rentabiliza muy bien.
Comienzo a sentirme un poco nerviosa y arrepentida. Toda esa batería de panoplias me aburren y son tan obvias, tan de decálogo barato psicológico, que estoy planteándome pirarme y sin pagar.

      - ......los cinco pasos para aprender a valorarte y a quererte son los siguientes,- e inicia una perorata corta pero intensa, enumerándolos:
   1.Valora tus propias ideas.
   2.Valora tus decisiones.
   3. Enfócate en tus cualidades positivas.
   4. Busca tu propia aprobación.
   5. No te compares con nadie.

Tras esta breve disertación nos invita a que cada una de nosotras, en silencio, reflexionemos y analicemos todos estos puntos y los inter conectemos con nuestras circunstancias físicas y psicológicas.

Me concentro. A ver, a ver.... . Que valore mis propias ideas...., mmmmm, hace mucho tiempo que no tengo ninguna idea interesante para valorar. Las pocas ideas que tengo son las rutinarias y las que se relacionan con mi trabajo y mi ocio. Idear nuevos cupcakes, idear una cena, idear una depilación, idear...., idear..., poca cosa.

Voy a por el segundo paso para quererme más a mi misma.
Valorar mis decisiones...., esta está directamente relacionada con la primera, ideas=decisiones o viceversa: decisiones=ideas. 
Nada me quedo en tablas emocionales de momento.

Veamos la tercera. Enfocarme en mis cualidades positivas....., ¡Ostias! ¡Qué complicada! Si mi madre siempre me dice que no entiende como en una mujer tan delgada y menuda se concentra tanta mala leche, tanta mala baba, y yo he acabado creyéndolo a pies juntillas. Pero alguna cualidad positiva debe haber por ahí. Quizá que soy buena amiga de mis amigas, fiel, sincera. Y también que soy muy bondadosa y generosa; y puede ser, tal vez, que soy altruista y trabajadora. Y, a pesar de mi mal genio, no soy rencorosa ni vengativa, y sé perdonar y perdono. ¡Ayyyy, que me pierdooooo!!!! Si soy un dechado de buenas cualidades, jajajaja.
Bueno este punto no me ha disgustado. Me ha aportado un pelín de vanidad, jajajajaja.

¡Ala! Vamos a por el cuarto que me estoy pasando, y no va a ser necesario que prosiga porque mi autoestima va a salir propulsada hasta lo más alto como si fuera un cohete.

Buscar mi propia aprobación. Es decir, me tengo que agradar a mí misma. No tengo que buscar caer bien a todo el mundo. No tengo que cambiar mi forma de ser para complacer a todos. ¡Buenoooooo! Esta sí que la tengo superada. Buena soy yo. Rachel es como es y no le cambia nadie, ni ella misma. Y al que no le guste que no mire.
Otra superada, superadísima.

La quinta: que no me compare con nadie. No, por supuesto. Soy única y especial. Como yo no hay otra, por fortuna, je je.

A estas alturas de la reunión. Sintiéndome muy bien conmigo misma, abro los ojos y observo.
Todas parecen hallarse en un estado de catarsis emocional. Inmersas en ellas mismas, incluido el maestro.

Pienso, esto es un timo. Un gran timo.
Despacito, despacito, me pongo a gatas, y silenciosamente voy acercándome a la puerta, aunque realmente no la hay, es una cortina de fino tul granate oscuro. Como un felino, taimado y elegante, traspaso el cortinaje y me hago la escapada del día, con el "sinpa" de rigor. Estas son las referidas "otras disciplinas".
Voy a invertir en fortalecer mi autoestima con todas las garantías que otorgan las decisiones superficiales y banales. Los noventa euros que no he abonado van a ir destinados a una limpieza de cutis que me viene de lujo. Seguro que me anima la tarde y me hace sentir muy bien.

Esto me pasa por ser una incrédula sentimental y otras disciplinas.... .




                                © Fátima Ricón Silva.


sábado, 7 de marzo de 2015








NEGRO



Negro.


El miedo,
el misterio,
 la muerte,
 la noche.


Cuna del alojamiento de un feto,
aura de las habitaciones del infierno,
asilo de la visión cegada por la luz,
 sombra de la boca del lobo.

Seno del interior de alguna pesadilla,
recogimiento del calor de un horno cenizo,
cubierta de un corazón siniestro,
sentido de unas palabras asesinas.

Rugido de una novela intrigante,
brillo de un bloque de mármol,
 pátina de la piel de la envidia,
 tono de una voz que gime.

Color del agotamiento pesimista,
de un pacto roto,
de un anuncio ácido,
de una crítica sin recursos.

Negro.



© Fátima Ricón Silva.