Quizá para evitar estos despistes del santo librero debiéramos asociarnos y poner una caseta que represente a autores que no estamos en los circuitos tradicionales de distribución.
Podíamos invitar a un txakolí y un pintxo para atraer a posibles lectores. Ya sabemos que sin fama, ni publicidad no tenemos modo de atraer personas para que les mostremos nuestras obras, ¡y un bocadito más un pote no espantan a nadie!
Pero con la crisis corremos el peligro de que sólo deseen catar el manjar y saludarnos, y dejen de lado la posibilidad de comprar un libro firmado para posteriormente leerlo.
Lo comprendo.
También podíamos hacer un dos por uno, dos libros de autor firmados al precio de uno.
O abaratarlos bajo el marchamo de "marca blanca".
O una oferta del día: Un kilogramo de libros por 15 euros.
O simplemente regalarlo.
Fuera como fuese la intención final es obvia:
QUEREMOS QUE NOS LEAN.
Puede ser que el próximo año, o el siguiente o dentro de un lustro me sitúe tras una montaña de libros escritos por mí y, se me rompa la cara y la mano de tanto sonreír de felicidad y de tanto firmar ejemplares.
Feliz día del libro para todos.