viernes, 26 de agosto de 2016

EL TIEMPO QUE YO NO ESTUVE AQUÍ por Fátima Ricón Silva




EL TIEMPO QUE YO NO ESTUVE AQUÍ


El tiempo que yo no estuve aquí,
dejé un espacio vacío,
y llenaste la ausencia
con los celos del destino.

Me compré un bolso amarillo
para pasar desapercibida,
apoyados mis deseos en una débil barandilla.

Adelgacé por contar mentiras
y engordé al decir la verdad.

Surgieron los problemas,
por la incomprensión.

Qué difícil es amar con rencores,
ensuciando la esencia verdadera,
permaneciendo de pie hasta que duelan las piernas,
hormiguean los sentimientos,
subiéndose por las arterias
hasta explotar.

Los negocios del amor son complicados,
nunca cobré exclusivas por idiota,
las cobré por incauta,
y me aportaron la risa de la fortuna.

Saco de huesos,
labios gruesos,
luz de la noche,
papel de mala,
disculpas fascinantes,
esternón doloroso,
vivir con alguien
sin saberlo.

Tú lo sabes, yo lo entiendo,
tú lo dices, yo lo niego,
tú me gustas, yo disiento,
tú eres mi amigo, yo te quiero.

Esto que no se te olvide:
Yo nunca lo voy a contar,
he vivido mucho,
y me pesa.

©Fátima Ricón Silva








domingo, 7 de agosto de 2016

LAS CARAS DEL DESAMOR por Fátima Ricón Silva





LAS CARAS DEL DESAMOR

Un esbozo de tu sonrisa me hace tiritar.
¿Cuál es la fórmula que consigue que alguien pueda amar?
¿Y el modelo para ser amado?
Nadie lo sabe, todos lo vivimos.
¿Y por qué se desgastan esas fórmulas y modelos?
Y llega el desamor.
O no.

El principio. El final.
Y en este trayecto una leyenda de ternura y sensibilidad.
Una crónica que deriva en una desbandada de afectos,
pasiones, diferencias y reconciliaciones.
Y llega el hastío.
O no.

Llega el final y quizá se quiere volver a empezar.

O no.
O llega el principio del fin y se derrite el amor helado.
O uno no quiere llegar al final y el otro hace tiempo lo alcanzó.
O no.





© Fátima Ricón Silva.

martes, 2 de agosto de 2016

SIMPLEMENTE por Fátima Ricón Silva



SIMPLEMENTE

Simplemente alzó su mano con la intención de acariciarme, 
y antes de lograr el contacto ya me había transmitido emociones.

©Fàtima Ricòn Silva