viernes, 1 de mayo de 2015

LAS COSAS DE RACHEL - MEAR FUERA DEL BAÑO NO TIENE PORQUE HACER DAÑO por Fátima Ricón Silva






LAS COSAS DE RACHEL:
MEAR FUERA DEL BAÑO NO TIENE PORQUE HACER DAÑO




Con mis ansias de caminar me he perdido por la ciudad.
Con mis ansias de salir de la cuqui-pasteleria he olvidado el bolso.
Con mis ansias de perderme he caminado más de dos horas.
Con mis ansias de relajarme no tengo ni documentación, ni dinero.
Un dulce caramelo de miel y romero es mi única posesión que ha aparecido en un bolsillo de mi estilosa gabardina azul cielo despejado, junto con mi móvil.

Camino errática por un barrio residencial cuajado de pequeños jardines exquisitamente cuidados y parques infantiles. Las casas son de reciente construcción. A estas horas no hay mucha gente por las calles. Intento disfrutar de las hermosas flores que inundan esos coquetos paraísos florales.
Se me ocurre que podría sembrar y plantar en una gran jardinera blanca un pequeño jardín y ponerlo dentro de la cuqui-pastelería. Tengo un barreño antiguo al que podría dar uso de macetero. Estratégicamente colocado en el esqueleto de un carrito de niños estilo inglés que recogí en la basura hace unos meses, pintado de rosa pastel sería un clásico ideal. Al lado del gran ventanal que tiene mi cuqui-pasteleria.

Hallándome en estos menesteres, mi cuerpo me anuncia que debo orinar. Un pinchazo en el vientre me dice que hay que descargar el depósito. Es que soy un pelín incontinente psicológica. En cuanto tengo ganas, mi mente imagina que se escapa el pis aunque ello no es así. Es una jugarreta psicológica de mi cerebro para que vaya inmediatamente al baño. En el colegio aguanté muchas horas y he aquí las consecuencias.

La urgencia es brutal. Miro a mi diestra y a mi siniestra, buscando un bar o algún comercio para pedir permiso para orinar puesto que no tengo ni un euro para consumir nada.
No hay local de ningún tipo.
Únicamente jardines y más jardines. Entradas a portales y similares.

Vuelvo a mirar a todas partes. No veo a nadie.
Entonces decido mear al amparo de unos setos que cobijarán mi acción de primera necesidad.

Mirando de soslayo en todas las direcciones y dando saltitos con la intención de hacer el menos ruido posible, como una jilipollas redomada, me acerco a una zona que me ocultará bastante bien.
Alzo mi gabardina y la recoloco por encima de mi cintura, me desato el cinturón y bajo mis jeans y mis braguitas al mismo tiempo y un surtidor de dorado líquido brota alegre.

Durante el acto vigilo y relajada observo que nadie pulula por ahí.
Inconscientemente desvío mi mirada hacia arriba y la meada se me queda helada, yo quedo paralizada, no me puedo mover. Hay un pavo que me está grabando con el móvil desde la ventana de su casa.
¡¡¡Me va a dar una taquicardia....!!!
Reacciono y con las prisas de los nervios decido taparme la cara con el pañuelo de mi cuello. 
"Filmará mi culo pero no mi cara, pienso fastidiada".
Inmediatamente mi incorporo y subo mi ropa interior y el pantalón de un fuerte tirón.
Me cubro la cara con más recato y retadora miro hacia la ventana y le pego un corte de mangas y gritándole le digo:

   -¡¡¡¡Serás cabrón!!!!

Y salgo pitando como una delincuente.

Mañana estoy flotando por las redes sociales, mi trasero será top trendy. ¡Vaya putada!

Desvergonzada pienso:

     "Mear fuera del baño no hace daño....., a no ser que te graben..., jajajaja".

Esto me pasa por ser una locuela sin prejuicios urinarios.

©Fátima Ricón Silva


2 comentarios :

  1. Está claro, con tanta cámara pululando por doquier una no puede exponerse lo más mínimo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. jajajaja, así es Clara, estamos a merced del "ojo digital" indiscreto. Cuidemos nuestra retaguardia que además ni respetan los derechos de imagen, jajajaja. Gracias.

      Eliminar