sábado, 6 de diciembre de 2014

LAS COSAS DE RACHEL por Fátima Ricón Silva, RACHEL DUERME ACOMPAÑADA.



                                              RACHEL DUERME ACOMPAÑADA




La oscuridad fluorescente de la iluminación callejera penetra por las ranuras de las persianas semi abiertas de los ventanales de mi habitación. Ventanales que utilizan mis plantas para suicidarse y despegarse de mi vida.

Es noche cerrada todavía.

La quietud del alba me enternece, ese renacer del día, el florecer de una nueva aventura de veinticuatro horas, la inigualable lucha de volver a empezar cada jornada, esperar que ocurra algo o no esperarlo, la frescura de las horas vespertinas que nos descubren como nos vamos sintiendo......, ¡una mierda, vamos!...., otro puto día que pasaré en casa, colgada del ordenador, viendo la tele y probablemente sin ninguna visita, a excepción de la de mis padres.
Por lo menos enviaré a mi padre a buscar el cargador del móvil para recuperar una parte de mi vida social.

Tengo la lengua más seca y rasposa que una lija del número ocho. Los efectos del cava que me traen loca, jajajaja.

Escucho los sonidos de mi vecino al ducharse, el "clonk" del difusor de la ducha cuando golpea contra la pared. Debe ser un bruto y lo debe dejar caer cuando se enjabona y choca contra el azulejado emitiendo un ruido, entre metálico y romo, difícil de describir. Normalmente es mi despertador natural. Ahora sé que son las cinco de la mañana.

¡Qué temprano!

Me relajo y me estiro como una gatita consentida y....... ¡ohhhhhhhh! el afán de relajar el atrofiamiento muscular  se ve frenado por una piernaaaa. ¡Alguien está a mi lado! Como si me hubiera dado una descarga eléctrica me alejo hasta la otra esquina de mi amplia cama.

Me quedo tensa, helada..... . Ayer después de "endiñarme" la botellita de cava, ¿Qué pasó? ¿Quién vino? ......, mi vecino no es, que le he escuchado ducharse en su casa.
Paralizada como estoy por el terror, intento escuchar, y una tenue respiración pero intensa, propia de una persona que está profundamente dormida llega a mi intelecto.

¡Ay, por Dios, ay, ay, ay!

Me da pavor girarme e, intentando ser positiva pienso:
"Hoy voy a tener a alguien que me diga buenos días, voy a desayunar acompañada, me puedo duchar escoltada por un maromo de infarto. ¡Qué demonios!"

Respiro con vehemencia y esta bocanada de aire me da valentía para girarme y descubrir de quien se trata.

Vuelvo el rostro con sigilo y:

   -¡Mi madre! ¡Qué sorpresa!

Sí, sí, mi querida madre, hecha un ovillo, descansa plácidamente a mi lado.

Probablemente al llegar ayer y encontrarme durmiendo la caraja, decidió quedarse conmigo por si acaso. ¡A ver si me voy a caer en mi estado etílico y ademas en modo esguince!

¿Desilusión?

¡Vaya pregunta! ¡Claro! Mi ducha con un escolta masculino al garete.

Esto es lo que le pasa a una sentimental equivocada.

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