jueves, 21 de julio de 2011

DURMIENDO LA SIESTA EN COMPAÑÍA DE DALIAS Y HADAS por Fátima Ricón Silva

DURMIENDO LA SIESTA EN COMPAÑÍA DE DALIAS Y HADAS



Una tumba sembrada con bellas dalias lilas y blancas
que irradiaban luz,
iluminando a todos los individuos que visitaban a sus vivos ya muertos.

Personas pensativas, llorosas y abatidas,
paseaban al lado de la florida tumba,
cautivadas por aquella refulgencia.

Indagaban quién o quienes moraban en aquel
lóbrego y húmedo nicho
para averiguar el origen del fulgor resplandeciente que emanaba.

No había lápida con nombres.
Tan sólo
tres cruces doradas de tamaño decreciente
y una fecha grabada en la más grande,
10/10/2010.

Las cruces no recibían visitas sinceras,
únicamente curiosos que eran embrujados por la embriagante luminosidad,
extraños hipnotizados por la paz y serenidad que percibían.

Nadie regaba aquél jardín siniestro,
ninguna esencia viva abonaba aquél vergel de claridad.
No existía un ser que tuviera el valor de llorar a aquellas existencias marchitas.

Él, ella y su hija eran los moradores de tan sórdido terruño.
Su amor muerto fertilizaba el manto que les cubría creando vida.
La familia que se esfumó en una carretera.

Descansen en paz.
By J.Ramón Sebastián Ruiz

By J. Ramón Sebastián Ruiz

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