Ocasionalmente me asalta la tentación de escribir algo que me sale de muy adentro, de un lugar dentro de mí en el que nadie ha entrado jamás, un espacio inhóspito y recóndito que es lo único qué de mi ser verdaderamente me pertenece. Allí se guardan sentimientos, ideas, proyectos, ilusiones, temores, verdades (grandes verdades), decepciones y recuerdos, sueños, mentiras (grandes mentiras) que no se dicen.... ; todo ello salvaguardado bajo la llave de la libertad, de la cual no quiero, no debo prescindir. Me pongo a prueba y escribo lo que me aprieta un suspiro, cuento la noticia que no quiero que se publique, el deseo impronunciable, el miedo súbito, la alegría vergonzosa......., no reparo en detalles y expresividad.
Lo leo y releo y observo expectante la dualidad de opciones: "borrar o publicar entrada". Aquí está la prueba de libertad de gritar lo que me venga en gana, lo que llevo en mi interior. O quizá la prueba de libertad sea precisamente reservarme lo que me hace libre porque forma parte de mi intrínseco universo.
Un cachito de mí siempre debe ser para mí. No hay duda.
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