lunes, 26 de julio de 2010

UNA VEZ Y NADA MAS

El viernes acudí a presenciar una velada de boxeo. La noche transcurrió rápidamente, primero tres combates de kick boxing, chavales muy jóvenes que brincaban y se golpeban con rapidez y contundencia. Impresionaba pero lo podía soportar. Después una pelea de todo vale, piernas y brazos disparados por doquier. Luego el combate de neoprofesionales, tres asaltos de tres minutos cada uno. Los boxeadores se dieron leña a tope, daba lástima verlos, agotados, sudorosos, errantes por el cuadrilátero, mareados por los continuos puñetazos que se propinaban en la cabeza, el estómago, el pecho, culminando en un agarrón que el juez tenía que disolver. Por último el combate de profesionales. Dos jóvenes, uno euskaldún y el otro madrileño, de baja estatura, fibrosos y musculados. El madrileño lucia un peinado agresivo, con zonas rapadas y otras largas. Comienza el primer asalto, un minuto había transcurrido y tras un golpe del madrileño al vasco certero y violento, lo deja KO, el vasco no lograba levantarse del suelo, desconcertado y dolorido. El que atinó con el golpe, saltando y celebrando el éxito recorriendo el ring.
Lo que me ha llamado la atención es la camaradería antes y después de los asaltos. Tras una buena ronda de golpes la felicitación del perdedor al ganador y efusivos y sudorosos abrazos.
¡Qué espectáculo!
Experiencia vivida. No repito. No entiendo sus motivaciones. No comprendo el morbo de los espectadores que después de silencios, jaleaban a los peleadores con ahinco y agresividad, para luego caer en otro silencio, y nuevamente los gritos y ánimos para que se dieran mas fuerte. Un noventa y cinco por ciento varones, el resto mujeres, entre las cuales me hallaba yo, movida por la curiosidad de comprender.

2 comentarios :

  1. No intentes comprender la estupidez humana, no lo lograrás.

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  2. Cierto, anónimo, paso parte de mi tiempo, intentando comprender. ¡Tantas veces no lo logro! Pero a veces le encuentro un sentido a las absurdeces de los humanos, por muy débil que sea, siempre queda un resquicio que te enseña algo.

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